La Tortilla de Patatas de "Mamá Antonia"...

Mi madre es una mujer vital, simpática, alegre y llena de vida de ochenta y cinco años. Cuando era pequeña en casa, al llegar los fines de semana solíamos hacer excursiones al campo, por eso, los sábados por la noche o los domingos a primera hora los aromas que salían de la cocina siempre eran de: tortilla de patatas, chuletas rebozadas, croquetas caseras, ensaladilla rusa, huevos rellenos de atún y pan caliente. 

La tortilla de mi madre siempre era lo primero en terminarse y el comentario más repetido entre los comensales era... ¡Mmmm... Qué buena estaba la tortilla Antonia! Nunca jamás por mucho que lo intente, y por muchas veces que la haga, me sale como a ella, con ése sabor tan... a Mamá, como lo hace ella, con ése toque de sal, la jugosidad del huevo y hecha a ojo. Seguro que todos vosotros pensaréis lo mismo de vuestras madres o abuelas, pero si no habéis tenido la suerte de tener un ángel en la cocina como tuve yo, os presto la receta de mi madre para que sepáis de que os hablo. Por eso, la receta que os cuelgo ahora viene directamente de ella tal y como me la está contando ahora mismo por teléfono. Si la hacéis y os sale bien me debéis una...

INGREDIENTES:

4 Huevos de tamaño grande.

5 o 6 patatas blancas de tamaño mediano

2 Dientes de ajo.

2 Cebollas grandes.

1/2 Vaso Aceite de Oliva Virgen o a ojo la mitad de la sartén.

1 Chorrito de leche entera.

ELABORACIÓN:

Se pelan y se cortan las patatas a tiras (como las típicas patatas fritas) poniéndolas en un bol con agua para que pierdan el almidón. Antes de freírlas debemos secarlas poniéndolas en un papel de cocina para evitar las salpicaduras del contacto del agua con el aceite caliente. Ponemos a calentar el aceite en una sartén y cuando el aceite está caliente le bajamos la temperatura (para pochar) y añadimos los dientes de ajo teniendo la previsión de no quemarlos para evitar el sabor amargo -sacar cuando estén dorados-. 

Ponemos las patas a cocer en el aceite a temperatura media alta para que se pochen y no se frían, tapándolas para que queden con una textura similar a la patata hervida, casi deshechas, teniendo mucho cuidado que el aceite no rebose al estar tapado. Removemos las patatas de vez en cuando.

Cortamos la cebolla en juliana y la incorporamos con las patatas hasta que la cebolla esté transparente y  bien pochada, es el momento de retirar y escurrir antes de añadir la mezcla de patata y cebolla a los huevos, que ya tendremos bien batidos en un recipiente a parte; y a los cuales,  le habremos añadido previamente un chorrito de leche para darle mayor cremosidad. Se mezcla todo al mismo tiempo que vamos machacando la patata con un tenedor para que absorba bien el huevo y añadimos la sal al gusto (un puntito de sal extra le va muy bien a la tortilla), posteriormente volvemos a incorporar toda la mezcla a la sartén con un poco del aceite de pochar la patata y tapamos dejando que vaya cuajando el huevo a fuego medio-lento, removiendo un par de veces para evitar que se pegue y que cuaje con más rapidez, al tiempo que achicamos los lados para que no se pegue y coja mejor forma. Una vez que la mezcla es compacta y el huevo está ligado le damos la vuelta apoyando un plato a modo de la misma tapa de la sartén y la giramos, dejando que se termine de hacer. El punto de cocción exacto es cuando la tortilla está totalmente compacta y de textura un poco dura, si os gusta melosa y con el huevo un poco crudo, la dejamos que se haga menos y la textura quedará más blanda en el centro. Ya sabéis que yo cocino a ojo. ¡Buen provecho!

Por Tuñy Barcala (con autorización de mamá)